sábado, 14 de noviembre de 2009

EL TRABAJO TE DA A VECES ALEGRIAS

Lo que da de si un encuentro casual en la tienda del Club... Carlos Juan Eseverri nos relata, en primera persona, la experiencia vivida la semana pasada en Shangai... gracias por compartirlo !!! no te lo pasaste mal, jajjaj ;o)


Por circunstancias de mi trabajo, viajo con cierta frecuencia a Asia, especialmente a China; pasé allí la primera semana de Noviembre, y la casualidad hizo que en esas fechas se jugase en Shanghai el HSBC Champions, que es uno de los cuatro torneos del WGC (World Golf Championship), y el único que se juega en un país que no sea Estados Unidos.


China se está desarrollando a una velocidad increíble, con unos indicadores económicos que son la envidia al resto del mundo, y es un reclamo importante para los grandes patrocinadores de este tipo de torneos, que ven en Asia su futuro a medio plazo, y para que os deis cuenta de la importancia del campeonato, os diré que estaban jugando siete de los diez mejores jugadores de golf del mundo, o visto de otra manera 21 jugadores del Top 30 mundial, los cuales competían por premios que sumaban un total de 5 millones de Euros en un torneo que se jugaba sin corte, lo cual era un aliciente más.


Por fin conseguí organizarme y tener la mañana del jueves libre, y además tuve la inmensa suerte de que el campo estaba a menos de media hora de mi hotel, así que a coger el metro y rapidito para allí.


¿Qué quienes estaban?. Pues casi nadie, entre otros jugaron Lee Westwood, Ernie Els, Anthony Kim, Nick Watney, Alvaro Quirós, Ian Poulter, Rory McIlroy, Padraig Harrington, Stewart Cynk, Sergio García, Phil Mickelson, y por supuesto Tiger Woods.


¿Y el campo? Pues se jugaba en el Sheshan International Golf Club, y supongo que no tiene mucho merito decir que es el mejor campo que he visto en mi vida, con unas instalaciones de prácticas increíbles, cuidado al máximo, con el rough en condiciones ideales para tener que ser humilde y limitarse a sacar la bola hacia delante, y con los greenes que desde fuera daban la sensación de estar rapidísimos, vamos, como si me pongo a patear en la tarima del cuarto de estar de mi casa.



Bueno, pues después de pagar los 50 EUR que te daban derecho a entrar, allí estaba yo, a las 8 y media de la mañana, viendo pegar bolas a Tiger Woods, y dispuesto a aprovechar al máximo el tiempo libre que tenía hasta el mediodía, y lo cierto es que tuve suerte porque al ser jueves y además primer día del torneo no había excesiva gente, y pude acercarme bastante a los jugadores, e incluso cambiar algunas impresiones con los españoles, a los que les hacía cierta gracia poder hablar con alguien en su propio idioma.


La disciplina y rutina con la que realizan el calentamiento previo no tiene nada que ver con lo que cualquiera de nosotros hacemos, y también me llamó la atención el mucho tiempo que dedican a practicar el juego corto y el putt, aunque claro, cuando luego les ves tirar esos putts de quince metros que los dejan a dos centímetros del hoyo, ves que detrás de ese golpe hay cientos de horas de prácticas.


Oye, ¿y que tal juegan?.


Pues, que os voy a decir, increíblemente bien, con un ritmo de swing que en muchos de los casos es más lento que el que tenemos muchos de nosotros, jugando no solo largo, sino al medio de unas calles que son estrechas de verdad; pero también os digo que en ningún momento pude ver el típico golpe que crees que es imposible de hacer, solamente que lo hacen todo muy fácil y muy bien.



Ah, y como patean. Eso si que hay que verlo para creerlo, sinceramente pienso que es en el juego corto donde es más apreciable la diferencia entre un mal jugador como yo y estos fenómenos.


La organización del evento era increíble, con más de trescientas personas desplazadas desde Estados Unidos, carpas y tribunas exclusivas de patrocinadores, información de la evolución del torneo en todos los hoyos, simuladores, concursos de putts para los espectadores, restaurantes, puntos de venta de todo tipo de merchandising, vamos, como para estar allí y no salir en los cuatro días del torneo, pero como a Cenicienta, llegó mi hora límite y me tuve que marchar, eso si, después de haber disfrutado de cinco horas del mejor espectáculo golfístico que se puede presenciar en nuestro planeta.


Ya sé que no he descubierto nada con todo lo que digo, pero quería compartir mi experiencia con la gente de este blog que me consta que son verdaderos fans de nuestro deporte, y con estas líneas animar a cualquiera que tenga la oportunidad de ver algo parecido a esto a que haga el esfuerzo necesario para ir y ver un torneo importante.


Merece la pena, no ves hacer nada espectacular, pero ese día me dí cuenta claramente de que el deporte que yo practico no es exactamente el mismo que el que juegan estos “monstruos”.

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