La victoria de Jon Rahm en el 2021 en el US Open es, además de histórica, algo muy muy grande. La dimensión de los hechos relevantes no solemos valorarlos al momento, siempre tiene que venir el tiempo para darle es buqué en boca a aquello que es extraordinario, maravilloso, excepcional. Y, a pesar de que gracias a Jon el golf vuelve a las primeras páginas, portadas e informativos generalistas y sube un peldaño más en lo que va a ser una meteórica carrera profesional, la victoria del este chavalote de Barrika esconde una cuantas historias más, las mías, que ahora paso a relataros.
Esto es lo que significa la victoria de Jon en el 2021 Us Open para mi:
Por supuesto, y lo primero, conseguir un Major con dos birdies finales gloriosos, y ser el primer spanish golfer en hacerlo después de cuatro días de una competencia que, te garantizo, no tienes tú en tu puesto de trabajo. El US Open es un major áspero, históricamente, el más difícil de conseguir para el golf europeo, criatura, que hablamos de la USGA y la PGA, eso es como la NBA y la Superbol, other level. Ni Seve pudo con él, Jon si. El que juega y conoce el golf sabe de lo que hablamos.
Yo, como navarro que soy siempre pongo el mismo ejemplo: ¿pero tú te crees que tus hijos, sobrinos, nietos y hasta bisnietos, van a ver ganar a un tío de Villava como Induráin, 5 Tours de Francia seguidos, del tirón? Estás soñando, porque la respuesta es no. Pues lo de Jon, llevado al golf, is the same. O es él, o no veremos esto muchas más veces, y ojalá me equivoque. ¿Has estado en Barrika alguna vez? ¿Conoces aquello? Es un pueblito tan coqueto como encantador, pero ganar un US Open viniendo de allí es como darte un paseo rollo Principito por Plutón y Júpiter para acabar, siempre soñando y siendo positivo, como es Jon, en Torrey Pines liándola gorda. Es maravilloso.
El hecho de ganar en el Día del Padre 'gringo', con una criatura como Kepa recién traída al mundo y en la semana en que ha fallecido mi papi también me ha tocado el pincho, como dicen los panas. Soy un sentimental, lo sé, pero a mi estas cosas me transmiten mucho de cómo son los players, que al fin y al cabo, son personas como tú y como yo. Y me conmovió verlo con su niño y su mami en las celebraciones y, también, en las declaraciones posteriores sobre cómo ha cambiado su vida con la llegada de su hijo. Calma, paz, traquilidad y más foco si cabe en lo importante.
La última comida que tuve en vida con mi papi (y esta es la última foto que tengo con él) fue hace dos sábados en Bilbao, cerca de Laukaritz, con un muy buen amigo suyo, Eugenio Pérez Corral, un auténtico 'tolosa' (todo lo sabe), y, cómo no, hándicap 7, árbitro nacional por la Vizcaina, golista añejo, de los de verdad, con un hierro 1 en la bolsa, 300 salidas al campo al año, jugadores sin tonterías, y, encima, ex clubmaker. Yo todavía llevo una madera 3 Dymanic que me hizo él, ahí, al lado de la Basílica de Begoña donde montaba los palos hace más de veinte años. El cabrito de él tiene las fichas de los palos que le hizo a medida a Jon en su etapa infantil, cadete y juvenil guardadicas. Imaginate si lo conoce. Estuvimos hablando de Jon, con mi papi acordándose de sus anécdotas con Seve, así, para darse importancia, en el Palacio de Urgoiti. Ahora me doy cuenta de que fueron wonderful moments y todo un preludio de lo que Jon iba a hacer. Por cierto Javi Allende, también hablamos bien de ti y de La Galera. Algún día jugaremos los tres juntos allí.
Yo a Jon lo conocí en 2009, en un Campeonato de España Interterritorial Cadete en el que yo iba de Capitán del equipo de Navarra junto a Fermín Irujo en Soria, ese course chiquitín, coqueto y caluroso en el que, según Eugenio, y es verdad, hay un árbol delante de cada green. Los chicos de la FVG no se comieron un colín, como nosotros, ante catalanes y andaluces, pero había una chaval en aquel team vasco que era como Hulk levantando el campo a cada paso que daba, entre improperios, gestos y conversaciones con él mismo que ni el mismísimo Capitán Nemo hubiera sido capaz de descifrar. Ese era Jon Rahm. Un terremoto. Y su papi, siempre a la sombra bajo los árboles, siempre expectante, como sabiendo lo que se traía entre manos, sabedor que de Soria a Torrey Pines no hay tanto, aunque haya que pasar por Marte y cruzar la Vía Láctea y volver recto para abajo. Lo recuerdo ahora con el paso del tiempo y me parece una joya de momentos vividos, un tesoro.
Tengo que hacer una confesión un poco indecorosa: me quedé frito, dormido, muerto, raso, viendo ya los últimos 9 hoyos, me lo perdí todo y me enteré al día siguiente en la radio por los informativos de la radio mientras despertaba. Disaster, como es mi vida últimamente.
Y poco más que añadir a una victoria que ha dado mil historias para escribir, pero es que yo quería reflejar la mía, en una especie de homenaje a Jon y a mi papi al mismo tiempo. Imagino que es un desvaríe, pero es que ya te digo que esta última semana no será fácil.
Me despido con la última frase que le oí decir a mi papi y que, perfectamente, la podía haber dicho o firmado Jon: 'hijo, el único camino es el éxito'. Be sure, papi, grande Jon. En el fondo, elegisteis el mismo camino.
Ha llegado el momento de dejar de lamerse las heridas.
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