Empezamos la semana bien, básicamente, por una razón que, a nivel golfístico, es de primer orden: es la semana de The Open, antes Británico, ahora, y con razón, Open raso, por aquello de que Open hay uno y no más. Los demás son Abiertos. Es el major más antiguo del Grand Slam, since 1860, lo organizan los druidas herederos del origen de este deporte nuestro, es decir, los ancianitos de la R&B de St Andrews, se juega siempre, always, en un links de cagarse patas abajo y es, ha sido y será, como Jerusalén para los cristianos, el torneo con más 'charisma' del mundo mundial.
Venimos de unas semanas más que entretenidas de 'entrenamiento' en los Openes de Irlanda y Escocia y, más allá de Eurocopas y Tours, lo que nos gusta a los y las golfistas que amamos el golf es esto: gozar con una semana del golf más genuino de la temporada. ¿Qué más da que my city, Pamplona, en pandemia, sin sanfermines y todo el mundo en la playa, esté prácticamente desierta? Tranquilos, los golfistas no os necesitamos.
Y, como esto es el blog del Belindo y no es de Jon Rahm, ni Sergio García, pues os voy a dar cuatro pinceladas de por qué yo la gozo con los Open.
De la misma manera que el US Open es un torneo poco menos que tabú para los europeos, el Open siempre se les resiste a los yanquis, bueno, a los de la PGA en general, que les gusta jugar en sus 'jardines', con el buen tiempo de Florida o California y sin despeinarse demasiado. El Open suele ser viento, agua y matojos, y tener un golf de supervivencia que no todos tienen. Ben Hogan hizo una única aparición, y fue estelar, para llevárselo en 1953 junto al US Open y Masters de aquel año. Da una dimensión del jugador que era, y lo qué es el golf allí. Recibimiento en Broadway igual que Amstrong al llegar a la Luna. Cuando Phil Mickelson lo ganó en 2013 en Muirfield saliendo el noveno el último día, a cinco golpes del líder y haciendo una vuelta de 66 para acabar ganando -5 a tres golpes de los segundos, dijo: 'se que no voy a tener un día más feliz en mi vida'. Con razón, Phil, con razón. Estos son sólo dos ejemplos que se me han venido a la cabeza ahora mientras escribía.
A nivel patrio, en este horribilis 2021, ojalá Jon Rahm siga con su tenacidad para romper moldes y sea el segundo spanish golfer capaz de poner una pica in England. Hasta el momento sólo Dios, es decir, Seve, ha sido capaz de hacerlo, three times, tres veces, en 1979, 1984 y 1988. Él siempre se quejó amargamente de que cuando ganó el primero en TVE1 estaban dando una peli de Lola Flores en vez de emitir la mayor gesta que ha hecho el golf español en la historia, pero así es la vida, maestro. Esta sociedad no dimensiona, ni antes ni ahora, y la dimensión de haber ganado tres Opens sólo nos la da un dato: hay más críos llamados 'Seve' de la generación de los 80 en Inglaterra que aquí. Saben de qué hablan, aquí 'seguimos trabajando en ello', como siempre dijo José Mari Aznar.
Bueno, y por concluir, que esto de darle a la tecla y hablar de golf es peor que la heroína esa con la que se traficaba en esos mismos años 80 por mi barrio para acabar con la maleza urbana: yo he venido aquí a hablar de mi libro, tal como Paco Umbral, y os voy a decir, por qué, además de todo lo dicho y no dicho, para mi el Open is a special thing y espero algún día darme una vuelta por ahí, a más tardar en su 150th edición el año que viene, como no en St Andrews: es el torneo de golf en el que más veces estuvo presente mi papá, que hace menos de un mes se me fue.
Su maleta lo atestigua, y estoy llorando de emoción por ello: mi papí estuvo, con sus zapatos y sus movidas (y con un carné de prensa falso que yo lo he visto, jajjajaj, qué grande!) en cinco Openes, los del 83, 84, 85, 87 y 88. Es decir, vio, compartió y pudo contar dos de las tres victorias de Seve. Yo creo que ni él fue consciente de lo que presenció, pero, oh my god, cómo no voy a querer ver, sentir, gozar y vibrar con un Open. Mi sangre belinda está por ahí, y antes que pronto he de ir a buscarla. Igual voy con la espada de Camelot en vez de un hierro 3.
Por cierto, he hecho un dibujo, de esos flojos, de la salida del hoyo 1 del Royal St George's Golf Club, allí en Kent, donde se disputa esta 149th edición del Open y que, sinceramente, es un sitio donde si me enterraran, pues sería algo así como que te tocase la Primitiva.
Nice Open's week, gentes. Igual todavía os doy una sorpresa antes de que llegue el jueves, ya sabes, mi amor, retransmisiones paralelas y furtivas por Twicht y ese rollo de las redes y los influencers. Stay tuned a mi Instagram.
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