Los y las amantes del golf nos encontramos ante una de las semanas más especiales de cada dos años: la semana de la Ryder Cup. Bien es verdad que por motivo de la pandemia, esta vez han sido tres los años de espera, saltándonos la de 2020 que se celebra este fin de semana en EEUU, en Whistling Straits, Wisconsin. Auténtico territorio comanche para que el equipo europeo retenga la Ryder que ganó en París 2018. Pero aunque el factor campo es siempre importante (y quizá más en esta edición donde no habrá aficionados europeos, como en la Solheim, a consecuencia de no poder viajar a Estados Unidos), yo veo una Ryder más pareja que nunca. Es tal el nivel de jugadores que hay en ambos equipos y el flow que tiene para ellos esta competición, que cualquier pronóstico es imprevisible.
lunes, 20 de septiembre de 2021
La Ryder ya está aquí
Para eso está toda la prensa especializada, que estos días anda a tope con el asunto, me encanta seguirles, leer, ver, comentar en las redes sociales... todo. Nunca hubo tanta información a nuestro alcance. Otra cosa es que sepas identificar la de calidad, filtrar y no embutirte de mala información cual atracón de chorizo de cantimpalo. Es algo que pasa mucho hoy. Id allí y mirad pronósticos, estadísticas, probabilidades, análisis y comentarios.
Yo aquí he venido a hablar de otra cosa, de pasión, de sentimientos, de vivencias, de conceptos y, por supuesto, juego con el corazón: #goeurope.
La Ryder es algo grande en el mundo del golf, pero también un poco más allá, y para ello, y sobretodo para los y las no golfistas, suelo dar dos datos: uno, the first, es que después de unos Juegos Olímpicos y una final del Mundial de fútbol, es el tercer evento con mayor audiencia en el mundo de deporte mundial. Para que luego digan que el golf es elitista, de pijos y demás sandeces. El golf is anywhere, si no, de qué.
El otro dato es más de índole político y social. No conozco selecciones europeas de fútbol, baloncesto o hockey, ni tampoco que ningún atleta, gimnasta o nadador compita por Europa. Si, así, como continente, como entidad, como team. Pensaba que, además de la Merckel, lo vería también Ursula Van der Layen. Pues no. El mundo no se entera. Os lo explico como si fuera un chiste de Gila: mira, resulta que van los pijos estos del golf, que son un deporte individual y mega profesionalizado a todos los niveles, y los mejores pros del mundo se vuelven locos por ser, sentirse, vestirse y defenderse como europeos ante las hordas yankis, y además, poco más o menos by the face, porque aquí no hay chelines. Hay una Copa, un orgullo, un sentimiento y una historia que contar. ¿En qué otro deporte participa Europa como tal, así de azulito y con estrellitas amarillas? Decidmelo, porque no lo recuerdo.
La Ryder es algo grande, es un contest, un reto, una aspiración, un símbolo dentro del golf. Es leyenda y gloria, es dolor y decepción, es batirse a muerte pero con el respeto y la admiración que produce todo aquello que la rodea. El Olímpo.
Yo tuve la fortuna de vivir el 'Milagro de Medinah' en Chicago en 2012 en una de las experiencias más increíbles que he vivido en mi vida. Espero, que volveré a poder repetirla algún día, pero aquello me abrió los ojos con respecto a lo que significa una competición como la Ryder que no dimensiono algo mejor.
Os dejo unos cuantos enlaces en el blog de cómo lo conté en aquellos tiempos twiteros desbocados. Estuvo bien, muy bien, y tengo mucho que agradecer por ello.
Volverán tiempos mejores, o al menos, como aquellos, me digo a mi mismo día y noche. No sé, de momento, la única certeza es que yo el jueves desaparezco del mapa pegado al ordenador y gozando de lo que es el espectáculo golfístico más grande ever seen. Mucha confianza en Europa, con todo el miedito que dan los gringos. Ambos son dos equipazos. El lunes próximo lo sabremos.
Go Europe!
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