Escribo estas líneas habiendo dejar pasar unos cuantos días después del finde y aún compungido por la derrota del equipo europeo en la Ryder Cup de ese fantástico campo que ha sido Whistling Straits en esta edición 43 en la que el equipo de USA se ha merendado como si fuera un Donut a los europeos.
Quería dejarlo claro antes de empezar, me he leído y he visto todo lo que se ha publicado al respecto, han sido unos días de emoción sin límite, aunque el resultado no haya sido el que todos queríamos. Bueno, o al menos, el que yo quería.
Pero reconozco que los americanos nos han dado para el pelito. Estados Unidos ha ganado esta Ryder con todo el merecimiento del mundo, con un equipo galáctico, genial, espectacular, de ensueño, donde han hecho todo bien y en su tiempo. Y, sobre todo, han ganado en el campo, que mira que se puede ganar el relato, en los medios, en las redes, en la opinión y... casi todo hoy en día en muchos sitios, pero ellos lo han hecho en el campo, donde se juega, gana, sufre y se vive el golf. The golf course es bastante más severo a la hora de emitir una opinión que el Times o el Wasington Post, y ese increibol golf team yanqui ha hecho cosas de ensueño a lo largo del pasado finde. Y antes, quizá, también, porque esto venía de lejos y se veía venir, desde las elecciones de los capitanes hasta la predisposición y forma de los jugadores que uno y otro equipo. Pero ya se sabe, la ilusión es lo último que se pierde. El mismo domingo al atardecer yo todavía era de los que pensaba que se podía, pero... estaba claro clarinete hacia dónde iba a decantarse la competición.
¿Por dónde empezar este análisis de tres días increíbles de competición, donde cada detalle de cada jugador, cada escena, cada anécdota, merecería un post entero?
Como en toda Ryder hemos visto de todo, hemos vivido tres días pegados al televisor, consumiendo uno de los mejores eventos deportivos del mundo. Y aunque hayamos estado pensando hasta el mismo domingo que todo era posible para Europa, la realidad, esa cruda realidad que siempre aparece cuando más y mejor estás soñando, dice que los americanos, esta vez, han sido infinitamente mejores.
Y, dejando a un lado el forofismo y el corazón, realmente ha sido así. Y si eres amante del golf, del buen golf, del mejor golf, tienes que compartir lo siguiente conmigo:
. Los USA han presentado no sólo un equipo de ensueño, todo ha sido de ensueño en Wisconsin, la puesta en escena, el ambiente, the crowd, el campo, el respeto por la competición, las ganas de llevarse la Ryder, el golpe de puño en la mesa que han dado... A la PGA le vas a enseñar tú a hacer las cosas, jajajajaj. A mi me ha gustado hasta la equipación que han llevado todos y cada uno de los días, que pasada!
. Los europeos nos aferramos al espíritu de Seve, nuestra trayectoria victoriosa de estos últimos años, el Milagro de Medinah incluido, a eso de tener al number one y a unos auténticos animales Ryder en nuestro equipo, por enumerar alguna de esas creencias que se han demostrado inútiles ante uno de los equipos más fuertes que se ha visto en la historia del golf. Hasta los vice capitanes daban miedo en los USA: Mickelson, Couples, Zack Johnson... qué decir.
. Nuestras estrellas europeas, quizá excepto Jon y Sergio, no han estado a la altura de las expectativas, y mira que me han gustado detalles de gente como Poulter, Lowry o Hovland, pero ha habido vacas sagradas que no hubieran mantenido ese estatus ni en la India. Nos queda el consuelo de que lo han sentido, lo han padecido en sus propias carnes, sólo verás llorar a Rory después de una Ryder, no tras cualquier torneo, porque es una competición que se lleva en la sangre y destila honradez, y así se pudo ver después del vapuleador 19 a 9 que nos metieron. Si alguno fue tocado con el halo divino de Seve en el Milagro de Medinah, esta 43 Ryder quedará consagrada como una donde hicimos el mayor fiasco.
. Aún así, me quedo, como resumen, con lo grande que es la Ryder en si misma, y toda la deportividad, camaradería y prestigio que la envuelve. Es una pasada el nivel de power que tiene esta competición, donde se compite a muerte y se gana la gloria, pero nadie se atreve a hacer nada que esté fuera del código de conducta del mejor golf. Lo tiene todo, es lo más, y cuando una competición, un torneo, se pone a ese nivel, no hay más que defenderlo y sentirse, como golfista, orgulloso de que seamos capaces de tener en nuestro deporte una competición que transcienda de esa manera a nuestro propio deporte.
Ahora sólo cabe esperar a Roma 2022 para recuperar lo que en estos últimos años ha sido más nuestro, europeo, que de ellos. Eso si, ya podemos espabilar y hacer una buena lectura de lo sucedido en Wisconsin, porque lo más importante que ha conseguido el equipo USA no ha sido ganar, sino marcar una pauta, una manera de hacer y un camino para hacernos ver que, si no hacemos las cosas de manera distinta, a este equipazo no le quita la Ryder en unas cuantas ediciones más, se dispute donde se dispute.
God Bless Ryder, I love you.
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